lunes, 25 de junio de 2012

Capítulo 21#


Hace poco menos de un años, en una yogurtería de Almería.
Tuve que girarme para que no notase mis lágrimas que comenzaban a aflorar de mis ojos. ¿Cómo podría contenerlas si Ricardo me estaba contando cómo le había pedido salir a mi amiga? Bueno, amiga. Con quien yo creía que era mi amiga...
—Cris, ¿te pasa algo?
—¿Eh? ¡Ah, no! —dije volviéndome a girar hacia él— Es que se me ha metido algo en el ojo.
—Cualquiera —empezó a decir entre carcajadas— diría que es una excusa tonta.
—¡Ya!
Entonces llegó nuestro turno. Un helado de frutas del bosque con nubes y caramelo para él y uno de yogurt con lacasitos y dulce de leche para mi. Aún recuerdo la primera vez que fuimos al Smooy. Solos no, por supuesto. Íbamos un montón de gente, a las 12 de la noche. Recuerdo que la camarera nos invitó a un helado a Laura y a mi porque le bailamos la macarena. Que borrachas íbamos, y que buenas amigas éramos.
Salimos y nos sentamos en el banco que se encontraba delante de la tienda. No sabía que decir. Acababa de escuchar que le había pedido estar juntos para siempre en el paseo marítimo, y que enganchada en dos palmeras había una pancarta en la que ponía: 'Laura, te quiero, eres mi vida. ¿Quieres formar parte de ella?' Sólo pensarlo me provocaba un horrible bajón. Llevaban ya un mes y pico, pero yo no lo superaba. Ni lo superaría nunca.
—A ti te pasa algo —dijo mirando su helado e intentando pescar una nubecita.
—¿A mi? —intentaba disimular, pero era casi imposible— Ni en broma, y menos contigo.
Sonrió. Aquella sonrisa que no podía sacarme de la cabeza. Que no, que me mataba cada vez que hablaba.
Entonces se acercó y me abrazó. Dios, que bien olía. Recuerdo un día que, paseando por mi calle, alguien pasó por mi lado con el mismo perfume que él. Me senté en un banco a pensar en él y no me levanté hasta tres horas después. Aquel hombre me tenía totalmente enamorada.
Poco a poco, fue alejándose de mi. Apoyó su frente en la mía. Nuestras narices se tocaban y nuestros labios estaban a escasos centímetros. Notaba su respiración. ¿Era algo agitada? ¿O sólo era mi imaginación? Yo estaba mirando hacia abajo, jugueteando con mi helado, pero notaba sus ojos color miel clavados en los míos. ¿Qué pretendía? Estaba serio, la sonrisa que antes me había dejado embobada había desaparecido de sus labios. ¿Y si le beso? ¿Y si me besa? ¿Y si nos besamos? ¿Y si...? ¿Qué estaba diciendo? Estaba con una amiga. Bueno, ahora ya no era mi amiga... Pero tenía novia. Tenía que dejar de pensar en él, olvidarlo.
Levanté la mirada, sonreí y me separé de él, volviendo a mi yogurt helado.
—No todo es lo que parece.
Me quedé sin respiración. ¿Qué había dicho? No lo entendía. ¿Qué quería decir con eso? ¿Qué no quiere estar con ella? ¿Qué me quiere? O... a lo mejor sabe que me gusta y por eso lo dice...
—¿Qué? —me limité a preguntar, quizás me aclarase algo...
—Que si nos damos una vuelta —contestó levantándose y tendiéndome una mano.
—Pero... —¿De verdad quería saber la respuesta?— Sí, vamos.
Y tomando su mano di el tema por zanjado, pero esa frase me daba vueltas y vueltas en la cabeza.

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