domingo, 18 de septiembre de 2011

Capítulo 12#


Oye Roberto, mis papás se van a enfadar conmigo si descubren que estoy aquí.
La chica estaba realmente preocupada por sus padres. Seguro que la estaban buscando como locos.
Hace quince minutos,en los baños de la Warner.
¿Aurora?
Un chico de unos doce años estaba de pie en la puerta del baño de señoras. Llevaba una camisa blanca y azul con un mono vaquero encima. En los pies tenía unas converse azul marino.
¡Roberto!
La pequeña se tiró a los brazos del joven. Eran amigos desde hacía dos años, pero hace dos meses él se había tenido que ir a Getafe por motivos del trabajo de su padre.
¿Qué tal estás? —dijo Roberto emocionado— ¡¿Qué haces aquí?!
Pues que he venido de vacaciones con mis papis y mi hermana —Aurora seguía abrazándolo.
¿Tu hermana también ha venido?
Roberto estaba enamorado de Cristina desde que tenía uso de razón. Muchas veces bajaban juntos a la playa en verano o al parque en invierno. Para él, Cristina era la chica más guapa del mundo. No, del universo entero. Era una diosa, algo inalcanzable para él.
Si, se está montando en una cosa que te sube en dos palos y luego te tiras para atrás y da vueltas y todo —dijo la chica entusiasmada y separándose de él.
Y entonces una idea, fugaz pero clara, pasó por su cabeza.
Tu... ¿Tu hermana tiene novio? —preguntó tembloroso.
No.
¿Y si le damos una sorpresa?
¿Cuál? —Aurora no entendía nada lo que su amigo quería decir.
Mira, ¿qué te parece si nos escondemos y la asustamos un poco?
Aurora se rió, le pareció una idea perfecta.
Entonces, salieron a escondidas del baño y se escondieron en una especie de cafetería que por dentro estaba vacía y llena de polvo y telarañas. Había mesas destrozadas y sillas con tres patas. Las ventanas fueron transparentes en su tiempo, pero ahora no se veía nada del exterior. Al fondo había unas escaleras que subían hasta lo que debió ser un escenario.
Los chicos se quedaron ahí escondidos, sin dejar de vigilar un momento a Cristina y a sus padres.

NA: Perdonad por la tardanza!

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