jueves, 8 de septiembre de 2011

Capítulo 11#


¿Diga?
Smith, ¿eres tú?
Si, ¿tú quién eres?
Cristina.
Esto... ¿La de la fiesta de Carlos?
¿Qué Carlos? ¡No joder! A la que has sacado al espectáculo hace una hora más o menos.
¡Ah! Si... Sabía que me llamarías.
¡No digas gilipolleces, joder! —Cristina había perdido los nervios— ¡Mi hermana ha desaparecido!
¡¿Qué?! —Smith no sabía que decir. ¿Cómo que la hermana de Cristina había desaparecido?
Si... Ella... Joder, entró en los baños y mi padre estaba con nosotras y no nos fijamos en ella y mi madre está desesperada y...
Tranquila, tranquila... A ver, ¿dónde estás?
Estoy en... —Cristina comenzó a sollozar. No podía evitar acordarse de su hermana— En el Stunt Fall.
Estoy allí en dos minutos. No te muevas.
Vale...
Y dile a tus padres que hablen con alguien que trabaje aquí, ¿ok?
Claro, ahora mismo.
Un beso cielo, no te preocupes.
Hasta ahora...
Cristina llegó al lado de su madre, que seguía preguntándole a la gente que si habían visto a su querida hija. La abrazó y le dijo que hablase con alguien de allí. Su madre, sin dejar de llorar, cogió a su padre y entró en una tienda que estaba a poco metros más hacia la derecha.
Entonces, la joven de 16 años se dirigió hasta la cola del Stunt Fall.
No podía dejar de pensar en su hermana. Aurora era una chica preciosa, perfecta. Ella le dejaba dinero siempre que lo necesitaba, la encubría cuando llegaba tarde a clase e incluso cuando una noche se escapó sin que sus padres se dieran cuenta ella la ayudó. Y la quería. La quería mucho.
Entonces Smith apareció detrás de un grupo de guiris. Cris lo reconoció por los ojos. Aquellos ojos negros la dejaron sin respiración solo con verlos. Pero no solo los ojos la hicieron fijarse en él. Tenía el pelo negro también, ni muy largo ni muy corto. Llevaba puesta una gorra hacia atrás negra, con el símbolo de Zoo York en rojo. Un polo negro con los filos rojos y amarillos y unos pantalones pitillos rojos. Llevaba unos tenis de la marca DC negros y blancos.
Cristina, yo soy Smith —el joven no podía evitar estar serio después de lo que la chica le había dicho por teléfono.
Ya lo se —por un momento, dejó de pensar en su hermana para fijarse en aquel sol que tenía frente a ella. Pero rápidamente los rizos de la pequeña volvieron a su cabeza.
¿Cómo?
Tus ojos...
No importa. Ya me lo contarás. Ahora explícame detallada y lo más rápidamente que puedas lo que le ha pasado a tu hermana.

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